Situada a las puertas del recinto monacal de Obarra, encontramos la pequeña capilla de San Pablo. Si bien conocemos muchos datos de la historia del cenobio desde el siglo IX, no sucede el mismo con esta iglesia de la que casi no tenemos ninguna información.   

Como en otros muchos monasterios de peregrinaje, esta iglesia servía para poder hacer compatible la afluencia de visitantes con el recogimiento de la vida monacal. De este modo, este templo del siglo XII era utilizado por los peregrinos y por los habitantes de la zona y que tenían cuidado del monasterio. Todo parece indicar que alrededor de este templo se organizó un pequeño núcleo de población.

Es un edificio de una sola nave, cubierta con una bóveda de cañón y rematada al este por un ábside semicircular, precedido de un profundo tramo presbiteral.

Este es totalmente liso y sólo tiene una ventana, con doble arco de medio punto dovelado por la parte exterior y abocinada por el interior.

En el muro sur se abren dos ventanas más, en este caso de medio punto y abocinadas.

La puerta se abre en el muro oeste. Está formada por dos arcos de medio punto en gradación.

Encima suyo encontramos un crismón trinitario esculpido, que conserva algunos fragmentos de pintura roja.

Por encima del crismón tenemos una ventana con arco monolítico.

La guía que enseña el monasterio hizo fijar nuestra atención en un detalle del techo de esta capilla. Se trata de cuatro orificios situados en forma de cruz griega. Se desconoce su significado y el por qué de su existencia tan poco habitual.